El pito de la tetera sonaba con furia. “las teteras eléctricas no deberían silbar” pensó mirando con recelo su cafetera. No le había alcanzado para comprar café molido y tuvo que contentarse con el instantáneo. Apago el ruidoso aparato. Saco del cajón una cucharita, el azucar, la bolsita de café instantaneo y su taza de plastico con la palabra café impresa en letras grandes Times New Roman enmarcadas por dos líneas negras que daban vuelta a la taza. “Suficiente para dos horas mas” pensó. Era sábado a la noche y no saldría a ningún lado. Su celular volvió a sonar. Seguro era el chino que lo llamaba para salir. O talvez era Paco “el flaco” que estaba tomando en algún lugar. “Hacia poco tiempo mi vida era incomparablemente mejor sin haber sido del todo buena nunca” pensó “un pensamiento muy largo” volvió a pensar. No contestó. Hecho el café y el azúcar en la taza, luego el agua hirviendo. Lo movió con la cucharita un par de veces y lo apuro de un trago. “muy caliente, mucho azúcar: pésimo”. Se sirvió otra taza, la dejó enfriar un poco. Esta vez no le puso azúcar. La puerta de su departamento empezó a sonar. “Golpes” pensó “Golpes” volvió a pensar, esta vez con furia, lleno de rencor. Como comer en la mesa del tipo que alguna vez golpeo a su madre. Como volver a verle y sonreír. El asco infinito se apoderaba de él, el asco, el rencor, la furia y las ganas de cortarlo en mil pedazos y tirar su cuerpo a las lagunas de oxidación que apestaban cerca de la universidad. “Ese mierda se cubriría de mierda y por fin seria feliz” “la gente siempre es feliz rodeado de los suyos” “quizá por eso hace tiempo no soy feliz”. Pensó en su casa, en la casa que estaba seguro ya no era su hogar; en el tipo que alguna vez vio como un gran tipo y que ahora deseaba despedazar. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Le temía a la gente mutilada. “golpes” pensó por ultima vez saliendo de su ensueño de sangre, mierda y satisfacción. ¡Gustavo! Alguien llamaba desde el balcón. Miro su reloj. 11pm. ¡Gustavo! Volvió a escuchar. Era fabiana. La hija de la casera, la hermana de uno de sus pocos amigos, la chica con las mejores piernas de Algarroburgo. Abrió la puerta
– Arriba, estoy arriba –dijo señalando a su cara sin taparse el escote. Era Fabiana, la chica con las mejores tetas de Algarroburgo. Gustavo sonrió y se puso rojo –. Me acaban de llamar Miguel y el chino; dicen que no contestas tu celular.
– Es verdad – contestó Gustavo.
– ¿Tienes algo? – dijo fabiana cogiéndole la mano derecha.
– Ganas de cortar a alguien en pedacitos y echarlo en la laguna de oxidación de la universidad.
– Espero que no a mi.
– A nadie que conozcas.
– ¿Puedo pasar?
– Siempre puedes pasar, Fabi.
Hablaron un rato. Fabi le coqueteo hasta el cansancio. Gustavo se éxito. Fabi se burlo de el. Gustavo le dijo que ahora también la quería cortar en pedacitos a ella. Fabi acerco sus labios a los de él. “Si quieres un beso sal conmigo hoy” le dijo. “y si quiero algo mas” pregunto Gustavo. “Si sales conmigo hoy te lo digo mañana” le contesto y salio del departamento. Era fabiana, la chica con el mejor culo de Algarroburgo. Gustavo se metió a la ducha. Fabi subía cambiada mientras él elegía la camisa. “Hoy día sales a matar” dijo, patético, Gustavo. “Salgo a matar todos los días, Gustavo de mi vida.” “no se que camisa ponerme” le dijo Gustavo. “Ponte esa – señalo la que estaba tirada en la cama –. Estas muy flaco” agregó. “Me he puesto a dieta para ti”, dijo Gustavo, patético otra vez. “No jodas y apura. Abajo están El chino y paco el flaco. El chino se llamaba Giancarlo; paco el flaco, Miguel. La reunión era en la casa del Gordo. La enamorada de Luis, que se llamaba el gordo, se acerco a Gustavo y le pinto un corazón en el cachete derecho con un lápiz de labios.
– ¿C;omo te dignaste a salir? Le pregunto el gordo sacando una botella de Chivas Regal 18 años del bar de su papa.
– Estamos fichos, gordo. ¿Y esa botella? - Contesto sin responder.
– Me la regalo mi viejo –dijo el gordo mientras servia un vaso y le echaba un par de cubos de hielo.
– ¿Con que motivo?
– por mi cumple
– ¿Cu;ando fue tu cumple, gordo de mierda? Cualquiera pasa la voz
– Es hoy, imbecil –le entrego el vaso a Gustavo.
– Te saludaría pero sabes que te odio porque estoy enamorado de Fio.
– ¿C;omo convencieron a este huevas de salir? – pregunto el gordo mirando a Fabiana, al chino y a paco el flaco. – No digas que me odias, Gustavito, yo se que estas enamorado de mi y no de Fio– le dijo el Gordo con voz indulgente – pero a mi ya no me gustas, estas muy flaco –y se volteo con un gesto desdeñoso de marica.
– Lo convencí yo –dijo fabi, la chica con el mejor cuerpo de Algarroburgo –. Le dije que si no venia lo cortaba en pedacitos y lo metía a la laguna de oxidación de la universidad.
– Siempre tan romántica –Dijo Fio abrazándola y dándole un beso a su amiga. Gustavo se volvió a excitar por segunda vez en la noche.
Después de Gustavo llegaron como 15 personas. Esa noche no pensó más en su madre. Esa noche pensó en el beso que le iba a dar fabi al regresar a la pensión. Se masturbo mentalmente pensando en ello. Eyaculo verbalmente cuando dijo en voz alta que Yarlerqu’e no se ponía rojo porque era demasiado marrón para ello; luego que molestaran a este por romper un cenicero. Se sintió extasiado cuando todos se rieron de su comentario racista y Yarlequ’e no pudiera enrojecer. Fabi le cogió la mano. Gustavo se la apretó. Ella quiso soltarse. Él no aflojo. Fabiana se relajo y no insistió más. Eran pasadas las 4am. Gustavo hizo el ademán de irse. Nadie lo retuvo. Le dijo a fabi que se fuera con el y salieron juntos. El camino a la casa fue corto, fabi no le soltó la mano y no le dejo soltarse cuando el quiso hacerlo. Bajaron del taxi y mientras Gustavo abría la puerta de la casa, Fabi le dio el beso más rápido de su vida y entro rápido; dejandole en los labios el amargo de las promesas incumplidas. El subió las escaleras de caracol hasta el balcón de su departamento, abrió la puerta. En la mesa estaba el azucarero lleno de hormigas. Llevo el depósito al lavatorio de su kitchenette y jugó a ahogarlas a todas. Recordó al tipazo que fue su viejo e imagino en cada hormiga al infeliz. Prendió un cigarrillo y se tiro en su sillón a dormir. Su celular vibraba en su bolsillo. Era un mensaje de texto de Fiorella: “Suerte con Fabi, si le haces algo te corto las bolas.” “Puta de mierda” pensó Gustavo dándole la ultima pitada a su cigarrillo. Ese pensamiento le alegro. Volvió a la micro-cocina a botar la colilla al basurero. Vio a las hormigas flotando en el azucarero. Esta vez vio solo hormigas. La fiebre empezaba a causarle estragos.
A la mañana siguiente lo despertó la voz de fabi. Estaba vestida con una faldita blanca de tenis, unas zapatillas de tenis y un polo blanco sin mangas apretaditos y de regular escote. “Hey, Gustavo –llegaba hasta su ventana desde el piso de abajo –ponte una ropa de baño, zapatillas y un polo cualquiera y acompáñame a jugar frontón. Baja tus raquetas”
– ¿Por qué estas disfrazada de tenista?
– ¿no te gusta?
– Si claro. Claro que me gustas –la última ese la pronuncio apenas audible.
– no te quejes entonces
El partido de frontón fue entre ella y la pared. Apenas empezaron Gustavo tuvo un acceso de tos. La fiebre que lo había consumido la noche anterior sin que apenas se diera cuenta, empezaba a consumirlo de nuevo, y esta vez, enamorado de la faldita de fabi, apenas y se daba cuenta. Se sentó en una banquita detrás de ella y disfruto el partido como pocas veces había disfrutado algo.
- Dime, dime, dime, dime, dime
- ¿Que quieres que te diga?
- Lo que te pregunte
- No se que me preguntaste
- No te hagas. Dime. ¿Por qué no tienes enamorada desde hace tanto tiempo?
- Por que las mujeres son un problema, porque nunca se que regalar en las fechas en las que hay que regalar y porque soy feliz así
- No te creo
- ¿Qué cosa?
- Que seas feliz
- Dime tu, ¿Por qué no tienes enamorado desde la secundaria?
- Porque no he encontrado a nadie que sea suficientemente bueno para mi
- Y como seria ese tipo fantástico
- No se…
- Pucha, si ni sabes como tiene que ser, estas más jodida de lo que parece
- Tiene que ser guapo, gracioso…
- ¿Cómo yo?
- y que este conmigo en las buenas en las malas y en las peores… y que sea inteligente y maduro.
- Yo soy guapo gracioso inteligente y maduro
- Y ¿Estarías conmigo en las buenas y en las malas y en las peores?
- Si las peores no quieren decir que te has vuelto una gorda llena de granos, s’i, estaría contigo en todas, en las buenas y demás.
- Idiota
Acababan de llegar del juego de frontón. Gustavo ardía de fiebre y fabiana lo cuidaba. El hermano de fabiana también estaba con ellos; la cuidaba de Gustavo y se llamaba Rodrigo. Veían tele en el sofá de la sala de estar. Los papas de los hermanos del Valle no estaban, nunca estaban. Gustavo pensaba en que seria mucho mejor si no estuviera Rodrigo; Rodrigo pensaba en que sus padres deberían haber llegado para no tener que cuidar a fabiana e irse a otro lado; fabi piensa en algo, nunca se sabe en que.
Gustavo ardía en fiebre y la fiebre era de furia y no se acordaba de los golpes ni de su madre ni del tipazo de su viejo. La furia parecía ausente, pero aquel sudor frió que empezaba a botar estaba allí. Olía a enfermo, fabi trajo un perfume del cuarto de Rodrigo. Rodrigo la había mandado a buscar el desodorante ambiental. “Da igual, dijo Gustavo, usas perfume de cholo.” Rodrigo lo golpeo. Fabi no dijo nada, pero sus piernas… sus piernas cruzadas que cuando Rodrigo se descuidaba el miraba de reojo, adornadas por la faldita del frontón que aun no se quitaba...
Anda dúchate, cochina, dijo Rodrigo y Gustavo se sintió mas enfermo aun. Algunos minutos después no sabia donde estaba. Estaba en su departamento en lima, desde la ventana se veía la laguna de oxidación de la universidad, tenía un cuchillo limpio, reluciente. Escucho la voz de su viejo. Es hora de ensuciarlo, pensó. Salio de su cuarto al corredor. Estaba en el bosque de algarrobos con unas bolsas de basura a su lado. El cuchillo estaba junto a él, lleno de sangre.lo lanz’o en el pozo lleno de porquerías y busco un lugar cómodo para lanzar las bolsas lo mas lejos posible de la orilla. No olió a nada, no había nada adentro. Echó las bolsas que quedaron flotando en la oscuridad, una se abrió. La cara de Rodrigo, con la misma mirada que dirigia cuando coqueteaba con fabi, lo miraba. Se despertó asustado. No estaba ni Rodrigo ni fabiana. A lo lejos se escuchaban unas voces, debían ser sus padres hablándoles en la cocina antes de salir a algún lado. Recordó su sueño y sonrió. Rodrigo de mierda, pensó.
Se volvió a dormir y despertó a mitad de la noche. Fabiana se había quedado dormida al otro extremo del sillón con la TV prendida.
**
Me levanté tarde para ir a clases. Una inasistencia m;as y no daba examen final. Pens;e en mi enamorada. Liliana debía haberse quedado dormida también o me había llamado para despertarmee y no lo reacordaba. Permanec;i inmóvil durante unos minutos. Fu;i al baño, me vistió, lav;e la cara y los dientes. Llegu;e a la universidad a la hora del break, una hora después de empezada la clase. Me acercó al profesor y le pid’i que me ponga en la lista. Hora tocaba buscar a Lili. La v;i hablando con Gustavo. Me acerqu;e hacia ellos, la abraz;e, y le bes;e el cuello; ella se encogió, se dej;o besar y se apoyo en mis brazos. Gustavo estaba cansado y se quejaba de las clases los sábados por la mañana, se quejaba del rector “el cholo de mierda, indio hasta las huevas” decía antes de pronunciar su nombre. Se quejaba de que no tenia tiempo para nada y apenas le alcanzaba para quejarse. Gustavo nos ofreció ver una película en su cañón multimedia. Le dijimos que no, que Lili tenia uno y fuimos a verlo a la casa de ella.
Gustavo se había estado quejando todo el camino de los mototaxistas, de los ticos, de los peatones. Grito por la ventana algunas veces. “Aprende a manejar, provinciano del culo” “Muévete, indio de mierda” “mira un negro!” señaló asombrado. “Lastima que no hay un carro de novias” tenia la costumbre pedir un deseo cogiéndose un botón cada vez que veía pasar un carro de novias y luego lanzar el deseo cual piedra fantasma, al primer negro que viera por la calle. ¿Sabían que es lo bueno de las tarjetas de d;ebito? nos pregunto a Lili y a m;i. Que algún día acabaran con la pobreza. “¿Cómo es eso?” Pregunt;e. “Bueno, con la pobreza no, pero al menos si con los pobres, que son los que joden.” Lili siguió manejando sin decir nada. Gustavo y yo reíamos. Llegamos a la casa de Lili y ella saco las películas nuevas que había comprado su papa: “Bad boys” “yo, robot” “El ultimo rey de escocia”. “No me gustan las películas de negros” gruño Gustavo y saco un dvd de su mochila. Era una película que aun no se estrenaba en el cine. “Hay que ver esta, me han dicho que es buena, aunque lo dudo” preparamos canchita, sacamos una coca-cola del refrigerador y conectamos el cañón y los parlantes al DVD. Era sábado a la tarde y ni Gustavo ni cesar tenían plata para salir esa noche.
Fabiana me cont;o que estuviste con fiebre – dijo Lili
A si, es cierto, el sábado pasado me puse mal, no se porque. ¿Por qué no fueron donde el gordo?
No aguanto a la puta de fio - dije
Gustavo sonrió y se quedo como pensando en lo que había dicho Lili. “si, es cierto, es una puta” dijo. Siguieron viendo la película, comiendo canchita y tomando cocacola. Estaban en el cielo
Otra vez era sábado a la noche. Gustavo se sentó frente a su computadora, la prendió, no funcion;o. Se acordó de todos sus problemas, de la computadora, de la universidad, de su falta de dinero, de su vieja y el tipazo de su viejo, pensó en los golpes y se puso a hervir agua. Se acordó del café del sábado antepasado, del falso beso con que fabí le pago la promesa, se acordó de las hormigas en el azúcar y el agua ahogándolas. Se acordó del cuchillo ensangrentado y la cabeza de Rodrigo flotando en la oscuridad. Cogió su celular y marco el numero de fabi. Tenia que cobrar ese beso y la promesa de algo más.
César E. Pardo Serpa
– Arriba, estoy arriba –dijo señalando a su cara sin taparse el escote. Era Fabiana, la chica con las mejores tetas de Algarroburgo. Gustavo sonrió y se puso rojo –. Me acaban de llamar Miguel y el chino; dicen que no contestas tu celular.
– Es verdad – contestó Gustavo.
– ¿Tienes algo? – dijo fabiana cogiéndole la mano derecha.
– Ganas de cortar a alguien en pedacitos y echarlo en la laguna de oxidación de la universidad.
– Espero que no a mi.
– A nadie que conozcas.
– ¿Puedo pasar?
– Siempre puedes pasar, Fabi.
Hablaron un rato. Fabi le coqueteo hasta el cansancio. Gustavo se éxito. Fabi se burlo de el. Gustavo le dijo que ahora también la quería cortar en pedacitos a ella. Fabi acerco sus labios a los de él. “Si quieres un beso sal conmigo hoy” le dijo. “y si quiero algo mas” pregunto Gustavo. “Si sales conmigo hoy te lo digo mañana” le contesto y salio del departamento. Era fabiana, la chica con el mejor culo de Algarroburgo. Gustavo se metió a la ducha. Fabi subía cambiada mientras él elegía la camisa. “Hoy día sales a matar” dijo, patético, Gustavo. “Salgo a matar todos los días, Gustavo de mi vida.” “no se que camisa ponerme” le dijo Gustavo. “Ponte esa – señalo la que estaba tirada en la cama –. Estas muy flaco” agregó. “Me he puesto a dieta para ti”, dijo Gustavo, patético otra vez. “No jodas y apura. Abajo están El chino y paco el flaco. El chino se llamaba Giancarlo; paco el flaco, Miguel. La reunión era en la casa del Gordo. La enamorada de Luis, que se llamaba el gordo, se acerco a Gustavo y le pinto un corazón en el cachete derecho con un lápiz de labios.
– ¿C;omo te dignaste a salir? Le pregunto el gordo sacando una botella de Chivas Regal 18 años del bar de su papa.
– Estamos fichos, gordo. ¿Y esa botella? - Contesto sin responder.
– Me la regalo mi viejo –dijo el gordo mientras servia un vaso y le echaba un par de cubos de hielo.
– ¿Con que motivo?
– por mi cumple
– ¿Cu;ando fue tu cumple, gordo de mierda? Cualquiera pasa la voz
– Es hoy, imbecil –le entrego el vaso a Gustavo.
– Te saludaría pero sabes que te odio porque estoy enamorado de Fio.
– ¿C;omo convencieron a este huevas de salir? – pregunto el gordo mirando a Fabiana, al chino y a paco el flaco. – No digas que me odias, Gustavito, yo se que estas enamorado de mi y no de Fio– le dijo el Gordo con voz indulgente – pero a mi ya no me gustas, estas muy flaco –y se volteo con un gesto desdeñoso de marica.
– Lo convencí yo –dijo fabi, la chica con el mejor cuerpo de Algarroburgo –. Le dije que si no venia lo cortaba en pedacitos y lo metía a la laguna de oxidación de la universidad.
– Siempre tan romántica –Dijo Fio abrazándola y dándole un beso a su amiga. Gustavo se volvió a excitar por segunda vez en la noche.
Después de Gustavo llegaron como 15 personas. Esa noche no pensó más en su madre. Esa noche pensó en el beso que le iba a dar fabi al regresar a la pensión. Se masturbo mentalmente pensando en ello. Eyaculo verbalmente cuando dijo en voz alta que Yarlerqu’e no se ponía rojo porque era demasiado marrón para ello; luego que molestaran a este por romper un cenicero. Se sintió extasiado cuando todos se rieron de su comentario racista y Yarlequ’e no pudiera enrojecer. Fabi le cogió la mano. Gustavo se la apretó. Ella quiso soltarse. Él no aflojo. Fabiana se relajo y no insistió más. Eran pasadas las 4am. Gustavo hizo el ademán de irse. Nadie lo retuvo. Le dijo a fabi que se fuera con el y salieron juntos. El camino a la casa fue corto, fabi no le soltó la mano y no le dejo soltarse cuando el quiso hacerlo. Bajaron del taxi y mientras Gustavo abría la puerta de la casa, Fabi le dio el beso más rápido de su vida y entro rápido; dejandole en los labios el amargo de las promesas incumplidas. El subió las escaleras de caracol hasta el balcón de su departamento, abrió la puerta. En la mesa estaba el azucarero lleno de hormigas. Llevo el depósito al lavatorio de su kitchenette y jugó a ahogarlas a todas. Recordó al tipazo que fue su viejo e imagino en cada hormiga al infeliz. Prendió un cigarrillo y se tiro en su sillón a dormir. Su celular vibraba en su bolsillo. Era un mensaje de texto de Fiorella: “Suerte con Fabi, si le haces algo te corto las bolas.” “Puta de mierda” pensó Gustavo dándole la ultima pitada a su cigarrillo. Ese pensamiento le alegro. Volvió a la micro-cocina a botar la colilla al basurero. Vio a las hormigas flotando en el azucarero. Esta vez vio solo hormigas. La fiebre empezaba a causarle estragos.
A la mañana siguiente lo despertó la voz de fabi. Estaba vestida con una faldita blanca de tenis, unas zapatillas de tenis y un polo blanco sin mangas apretaditos y de regular escote. “Hey, Gustavo –llegaba hasta su ventana desde el piso de abajo –ponte una ropa de baño, zapatillas y un polo cualquiera y acompáñame a jugar frontón. Baja tus raquetas”
– ¿Por qué estas disfrazada de tenista?
– ¿no te gusta?
– Si claro. Claro que me gustas –la última ese la pronuncio apenas audible.
– no te quejes entonces
El partido de frontón fue entre ella y la pared. Apenas empezaron Gustavo tuvo un acceso de tos. La fiebre que lo había consumido la noche anterior sin que apenas se diera cuenta, empezaba a consumirlo de nuevo, y esta vez, enamorado de la faldita de fabi, apenas y se daba cuenta. Se sentó en una banquita detrás de ella y disfruto el partido como pocas veces había disfrutado algo.
- Dime, dime, dime, dime, dime
- ¿Que quieres que te diga?
- Lo que te pregunte
- No se que me preguntaste
- No te hagas. Dime. ¿Por qué no tienes enamorada desde hace tanto tiempo?
- Por que las mujeres son un problema, porque nunca se que regalar en las fechas en las que hay que regalar y porque soy feliz así
- No te creo
- ¿Qué cosa?
- Que seas feliz
- Dime tu, ¿Por qué no tienes enamorado desde la secundaria?
- Porque no he encontrado a nadie que sea suficientemente bueno para mi
- Y como seria ese tipo fantástico
- No se…
- Pucha, si ni sabes como tiene que ser, estas más jodida de lo que parece
- Tiene que ser guapo, gracioso…
- ¿Cómo yo?
- y que este conmigo en las buenas en las malas y en las peores… y que sea inteligente y maduro.
- Yo soy guapo gracioso inteligente y maduro
- Y ¿Estarías conmigo en las buenas y en las malas y en las peores?
- Si las peores no quieren decir que te has vuelto una gorda llena de granos, s’i, estaría contigo en todas, en las buenas y demás.
- Idiota
Acababan de llegar del juego de frontón. Gustavo ardía de fiebre y fabiana lo cuidaba. El hermano de fabiana también estaba con ellos; la cuidaba de Gustavo y se llamaba Rodrigo. Veían tele en el sofá de la sala de estar. Los papas de los hermanos del Valle no estaban, nunca estaban. Gustavo pensaba en que seria mucho mejor si no estuviera Rodrigo; Rodrigo pensaba en que sus padres deberían haber llegado para no tener que cuidar a fabiana e irse a otro lado; fabi piensa en algo, nunca se sabe en que.
Gustavo ardía en fiebre y la fiebre era de furia y no se acordaba de los golpes ni de su madre ni del tipazo de su viejo. La furia parecía ausente, pero aquel sudor frió que empezaba a botar estaba allí. Olía a enfermo, fabi trajo un perfume del cuarto de Rodrigo. Rodrigo la había mandado a buscar el desodorante ambiental. “Da igual, dijo Gustavo, usas perfume de cholo.” Rodrigo lo golpeo. Fabi no dijo nada, pero sus piernas… sus piernas cruzadas que cuando Rodrigo se descuidaba el miraba de reojo, adornadas por la faldita del frontón que aun no se quitaba...
Anda dúchate, cochina, dijo Rodrigo y Gustavo se sintió mas enfermo aun. Algunos minutos después no sabia donde estaba. Estaba en su departamento en lima, desde la ventana se veía la laguna de oxidación de la universidad, tenía un cuchillo limpio, reluciente. Escucho la voz de su viejo. Es hora de ensuciarlo, pensó. Salio de su cuarto al corredor. Estaba en el bosque de algarrobos con unas bolsas de basura a su lado. El cuchillo estaba junto a él, lleno de sangre.lo lanz’o en el pozo lleno de porquerías y busco un lugar cómodo para lanzar las bolsas lo mas lejos posible de la orilla. No olió a nada, no había nada adentro. Echó las bolsas que quedaron flotando en la oscuridad, una se abrió. La cara de Rodrigo, con la misma mirada que dirigia cuando coqueteaba con fabi, lo miraba. Se despertó asustado. No estaba ni Rodrigo ni fabiana. A lo lejos se escuchaban unas voces, debían ser sus padres hablándoles en la cocina antes de salir a algún lado. Recordó su sueño y sonrió. Rodrigo de mierda, pensó.
Se volvió a dormir y despertó a mitad de la noche. Fabiana se había quedado dormida al otro extremo del sillón con la TV prendida.
**
Me levanté tarde para ir a clases. Una inasistencia m;as y no daba examen final. Pens;e en mi enamorada. Liliana debía haberse quedado dormida también o me había llamado para despertarmee y no lo reacordaba. Permanec;i inmóvil durante unos minutos. Fu;i al baño, me vistió, lav;e la cara y los dientes. Llegu;e a la universidad a la hora del break, una hora después de empezada la clase. Me acercó al profesor y le pid’i que me ponga en la lista. Hora tocaba buscar a Lili. La v;i hablando con Gustavo. Me acerqu;e hacia ellos, la abraz;e, y le bes;e el cuello; ella se encogió, se dej;o besar y se apoyo en mis brazos. Gustavo estaba cansado y se quejaba de las clases los sábados por la mañana, se quejaba del rector “el cholo de mierda, indio hasta las huevas” decía antes de pronunciar su nombre. Se quejaba de que no tenia tiempo para nada y apenas le alcanzaba para quejarse. Gustavo nos ofreció ver una película en su cañón multimedia. Le dijimos que no, que Lili tenia uno y fuimos a verlo a la casa de ella.
Gustavo se había estado quejando todo el camino de los mototaxistas, de los ticos, de los peatones. Grito por la ventana algunas veces. “Aprende a manejar, provinciano del culo” “Muévete, indio de mierda” “mira un negro!” señaló asombrado. “Lastima que no hay un carro de novias” tenia la costumbre pedir un deseo cogiéndose un botón cada vez que veía pasar un carro de novias y luego lanzar el deseo cual piedra fantasma, al primer negro que viera por la calle. ¿Sabían que es lo bueno de las tarjetas de d;ebito? nos pregunto a Lili y a m;i. Que algún día acabaran con la pobreza. “¿Cómo es eso?” Pregunt;e. “Bueno, con la pobreza no, pero al menos si con los pobres, que son los que joden.” Lili siguió manejando sin decir nada. Gustavo y yo reíamos. Llegamos a la casa de Lili y ella saco las películas nuevas que había comprado su papa: “Bad boys” “yo, robot” “El ultimo rey de escocia”. “No me gustan las películas de negros” gruño Gustavo y saco un dvd de su mochila. Era una película que aun no se estrenaba en el cine. “Hay que ver esta, me han dicho que es buena, aunque lo dudo” preparamos canchita, sacamos una coca-cola del refrigerador y conectamos el cañón y los parlantes al DVD. Era sábado a la tarde y ni Gustavo ni cesar tenían plata para salir esa noche.
Fabiana me cont;o que estuviste con fiebre – dijo Lili
A si, es cierto, el sábado pasado me puse mal, no se porque. ¿Por qué no fueron donde el gordo?
No aguanto a la puta de fio - dije
Gustavo sonrió y se quedo como pensando en lo que había dicho Lili. “si, es cierto, es una puta” dijo. Siguieron viendo la película, comiendo canchita y tomando cocacola. Estaban en el cielo
Otra vez era sábado a la noche. Gustavo se sentó frente a su computadora, la prendió, no funcion;o. Se acordó de todos sus problemas, de la computadora, de la universidad, de su falta de dinero, de su vieja y el tipazo de su viejo, pensó en los golpes y se puso a hervir agua. Se acordó del café del sábado antepasado, del falso beso con que fabí le pago la promesa, se acordó de las hormigas en el azúcar y el agua ahogándolas. Se acordó del cuchillo ensangrentado y la cabeza de Rodrigo flotando en la oscuridad. Cogió su celular y marco el numero de fabi. Tenia que cobrar ese beso y la promesa de algo más.
César E. Pardo Serpa
